A medida que nuestros pequeños crecen, se topan con situaciones estresantes que amenazan su alegría, inteligencia emocional y personalidad. Estos desafíos pueden dar paso a la ansiedad o incluso a la tristeza prolongada (un enigma psicológico que va más allá de las lágrimas).
No, la sobreprotección no es la solución para conjurar el estrés infantil. En cambio, hay herramientas a nuestra disposición, como la comunicación con nuestros pequeños, que nos permite descubrir que les inquieta y reducir así los niveles de cortisol, una sustancia que provoca el estrés.
Se dice que uno de cada cinco niños sufre de ansiedad crónica y que uno de cada ocho, entre los 5 y 19 años, se encuentra atrapado en las redes de los trastornos emocionales. Si bien es natural sentir temor ante la imposibilidad de controlar todo lo que acontece alrededor de nuestros pequeños, quedarse paralizado por el miedo no es una solución. Debemos actuar y buscar otras vías, incluso pedir ayuda si es necesario.
Lo esencial es estar atentos a los signos que indican que nuestros pequeños están atravesando un episodio de estrés. A pesar de su tierna edad, los niños pueden verse afectados por las presiones en el hogar, en la escuela y en la sociedad moderna: castigos rigurosos, rumores, discusiones, acosadores cibernéticos, y el temor a conceptos insondables como el fin del mundo, crisis financieras, divorcios, muerte y otros. Estos escenarios pueden hacer que los pequeños se sientan como si no encajaran en los moldes sociales.
Un niño con estrés mostrará síntomas como apatía, ensimismamiento, ira, miedo, lágrimas constantes, problemas de sueño y alimentación y pesadillas que afectan su sistema inmunológico, como dolores de cabeza, dolores en el pecho, malestares estomacales, entre otros. Según el Centro para el Desarrollo del Niño de la Universidad de Harvard, el estrés infantil puede influir en zonas como el hipocampo, donde se procesan la memoria y las emociones, así como en la capacidad de asociación y planificación. Incluso puede entorpecer el desarrollo integral de los niños, afectando la forma en que piensan, sienten y actúan.
Aquí te compartimos cinco tips para disipar el estrés de tus pequeños:
- Tiempo diario con tus hijos: dedica un momento cada día para dialogar con tus pequeños. A través de un diálogo sincero y atento, fortalecerás el vínculo y despejarás el estrés.
- Fomentar la resiliencia: enseña a tus pequeños a enfrentar los obstáculos sin rendirse ante la frustración. Este ejercicio requiere el dominio de las emociones, el autocuidado, la empatía y la tolerancia, así como la habilidad de ver el lado bueno de los desafíos.
- Desconexión: en ocasiones, la tecnología, las tareas y los problemas nublan el cielo de los niños. Permíteles desconectar y gozar de momentos de paz en familia, ya sea disfrutando del cine, compartiendo una comida o explorando los jardines del parque.
- Actividad física: la práctica de actividades físicas libera a los niños de sus preocupaciones y fomenta su desarrollo tanto en cuerpo como en alma. Anímales a aventurarse fuera de la rutina sedentaria y a realizar actividades físicas en familia, como yoga, que restaura el equilibrio.
- Inteligencia emocional: debes ser firme cuando sea necesario, pero sin renunciar a tu nobleza. Enseña a tus pequeños a aprender de sus errores y a reconocer sus emociones para que puedan tomar decisiones adecuadas en su camino.